lunes, 30 de diciembre de 2013

Lo que nos espera en 2014


El Gobierno ha bautizado 2014 como “el año de la recuperación”. Pero la mayoría de los españoles creen que será “igual o peor”. Y las previsiones de la Comisión Europea y el FMI, confirman que 2014 será el 6º año de la crisis, algo mejor que los nefastos 2012 y 2013, pero lejos de una recuperación: crecimiento mínimo, pérdida de empleo, paro estable, salarios bajando, subidas de precios (luz), más desigualdad y más pobreza. Seguiremos pagando más impuestos (la rebaja, si hay, será para 2015) y habrá nuevos recortes, en funcionarios, sanidad, educación y gasto social. Y Rajoy podría regalarnos en 2014 tres “reformas”: en el subsidio de paro (más recortes), en el despido (más barato) y en la contratación (en diciembre acaban de aprobar medidas para facilitar más los contratos a tiempo parcial, precarizando más el empleo). Todo por recortar gasto y cumplir las exigencias de Bruselas y la OCDE. Aunque esa política debilite el crecimiento y el empleo. No será un buen año.
enrique ortega

Los españoles tomaremos este año las uvas con bastante pesimismo sobre 2014, según el último Barómetro del CIS: la mayoría de los españoles ven que 2014 será igual (39,5%) o peor (29,5%) que 2013. Y mantienen el paro y la crisis económica como su principal problema. Es el ánimo de los ciudadanos, que, sin saber de economía, notan en sus carnes la crisis y no ven expectativas de mejoría. Igual que la Comisión Europea y el FMI, cuyas previsiones sobre España para 2014 se resumen así: será un año algo mejor que 2013, pero con un crecimiento tan mínimo que volverá a caer el empleo y el paro será casi igual, mientras seguirán bajando los salarios y se incumplirá el déficit público. Y crecerán la pobreza y la desigualdad. 

Empecemos por el crecimiento. El Gobierno Rajoy cree que la economía puede pasar de caer en 2013 (-1,4% probablemente) a crecer un +0,7% en 2014, gracias a una ligera recuperación del consumo (difícil, con casi 6 millones de parados, salarios a la baja y el alto endeudamiento de familias y empresas) y al tirón del turismo y las exportaciones (entorpecido por el bajo crecimiento de Europa, la pérdida de fuelle de los países emergentes y un euro que supera los 1,37 dólares, comiéndose los sacrificios salariales). Por todo esto, los organismos internacionales creen que creceremos menos: un +0,5% la Comisión Europea y la OCDE y un +0,2% el FMI.

Del crecimiento depende el empleo. El Gobierno confía en que aumente en 2014, pero los demás piensan que España seguirá perdiendo empleo en 2014, por 5º año consecutivo: la Comisión Europea apuesta por una pérdida de -105.000 empleos y el FMI de -123.000, por el bajísimo crecimiento de 2014. Y mantienen la tasa de paro por encima del 26% (bajaría dos décimas, porque habrá menos gente buscando trabajo), mientras el Gobierno lo baja al 25,9% (26,6% en 2013). Y los sindicatos temen que en 2014 haya más despidos: 200.000 en los Ayuntamientos (por la reforma local) y otros en industria aeronáutica (Airbus anunció 600 despidos en España), naval y servicios.

Los salarios, que bajan desde 2010, volverán a caer en 2014, un -1,7% según la Comisión Europea. Esta rebaja salarial está siendo mayor en los salarios más bajos: han caído un 17% con la crisis, mientras los altos bajan menos o incluso suben un 1%, según Fedea. Y  hay autonomías, como Extremadura, Galicia, Murcia o Andalucía, donde se gana hasta un 26% menos que en Madrid o el País Vasco.Con ello, aumenta la desigualdad entre españoles, la mayoría (7,5 millones de trabajadores) con sueldos mileuristas, que tienen muchos problemas para llegar a fin de mes, porque muchos están endeudados (una de cada tres familias paga hipoteca, con muchos problemas) y el resto afrontan subidas en productos y servicios básicos (luz, agua, transportes, carburantes, tasas universitarias, alimentos…).Con ello, hay ya 10 millones de españoles en el umbral de la pobreza (13,1 millones según Eurostat), que irán a más, porque en 2014 habrá más parados sin subsidio (en octubre había 3.279.000 parados EPA que no recibían ninguna ayuda). Y los pensionistas verán subir su pensión un 0,25% en 2014 (entre 50 céntimos y 6,3 euros al mes), que se comerá con creces la inflación.

En 2014, el Gobierno Rajoy seguirá obsesionado por recortar el déficit público, algo que no ha logrado cumplir ni en 2012 ni en 2013, a pesar de los recortes, porque la recesión ha hundido la recaudación. Ahora tocará ajustar otros 11.000 millones, para bajar el déficit al 5,8%, más un recorte extra de 2.500 millones que ha pedido Bruselas en diciembre. Para ello, volveremos a pagar más impuestos estatales, autonómicos y municipales, aunque se hable de bajada de impuestos (si la hay, difícil si se quiere recortar más el déficit, será para 2015, año electoral). Y además, habrá nuevos recortes, en funcionarios, en sanidad (recorte cartera básica de prestaciones y nuevo medicamentazo), educación (se recortan 536,6 millones más, junto a becas y ayudas de comedor, libros y transporte), Dependencia (cada día hay 100 ancianos menos con ayudas) y servicios sociales (la reforma local pondrá en riesgo la atención a 7 millones de españoles necesitados).

Todo esto ya nos “suena”, porque llevamos varios años sufriendo los recortes y subidas de impuestos. Pero en 2014, el Gobierno Rajoy nos sorprenderá con algunas “reformas”, que es como llama a los cambios que suponen pérdida de derechos. Por un lado, toca ahora reformar las pensiones no contributivas, las que no tienen relación con lo que se cotiza. En el Plan de Inclusión Social 2013-2016, aprobado en diciembre, el Gobierno dice que tiene intención de “reorganizarlas”, así que podemos temernos lo peor. Y por otro lado, la troika (FMI, BCE y Comisión Europea) y la OCDE han reclamado en diciembre al Gobierno que haga reformas, sobre todo en dos campos: nueva reforma laboral y en el seguro de desempleo.

El Gobierno ya les ha hecho caso, aprobado en diciembre medidas para favorecer la contratación a tiempo parcial, algo que pedía la patronal CEOE. Se trata de repartir el poco trabajo que hay, con dos personas por cada puesto a mitad de jornada: así parece que se crea el doble de empleo (y baja doblemente el paro). Son los mini-jobs que tienen 4,6 millones de alemanes, con mini-sueldos. Una medida que va a precarizar aún más el empleo en España, donde el 92% de los nuevos contratos son temporales, de poquísima duración (40% por  menos de 1 mes y 24% por menos de una semana) y un tercio de ellos son ya a tiempo parcial (en hostelería, tareas administrativas y servicios).

Pero hay más “reformas” en preparación. Por un lado, una vuelta de tuerca a la reforma laboral de 2012, con tres puntos concretos: aumentar el periodo de prueba contratos (a 1 año), regular el despido colectivo improcedente (ahora no es posible) e impedir legalmente (salvo casos excepcionales) que los jueces puedan frenar un ERE, como ahora. Además, podría abaratarse el despido improcedente (ahora 33 días), como propone la OCDE.

La otra reforma será la del seguro de desempleo, que supone 32.000 millones de gasto. La troika y la OCDE sugieren que el paro no dure 2 años y forzar más las condiciones para cobrar el desempleo, con lo que se avecinan nuevos recortes (tras los que hizo Rajoy en 2012). Y eso cuando sólo el 45% de los parados EPA cobran algún subsidio (2.625.700 parados en octubre), casi la mitad (44%) de ellos el subsidio asistencial (426 euros). Otra vuelta de tuerca para ahorrar a costa de los parados, la mitad de ellos con mínimas posibilidades de encontrar trabajo (por edad y baja formación), mientras cada año se gasta menos en conseguir emplearlos (el SEPE sólo coloca al 3%), en políticas activas de formación e incentivos a su contratación.

En definitiva, nos encontraremos en 2014 con una economía estancada, que apenas crea empleo y el que ofrece es temporal, por horas y mal pagado. Recogemos lo que el Gobierno Rajoy ha sembrado con su política de austeridad a ultranza. Con casi 6 millones de parados (más de la mitad sin cobrar nada), 13,7 millones de trabajadores con el sueldo congelado o bajando y temiendo por su empleo, más 9 millones de pensionistas congelados, el consumo no tira y las empresas no venden, por lo que, asfixiadas por sus deudas y la falta de crédito (escaso y caro), no crean empleo y muchas siguen despidiendo o  cerrando. Y los recortes del Estado, autonomías y Ayuntamientos los sufren los ciudadanos en sus bolsillos y miles de empresas. Al final, es imposible así, sin consumo privado y sin gasto público, crecer y crear empleo. Y vamos al ralentí, sobreviviendo, la mayoría mal.

Para salir del pozo, hay que cambiar de política, empezando por Europa, que apenas crece (+1,1% previsto en 2014, frente a +2,6% EEUU y +5,1% los países emergentes) y debería terminar con la austeridad para reanimar las economías, sobre todo del sur. Y en España, terminando con los recortes, renegociando las deudas de empresas y familias, subiendo algunos salarios a cambio de mejorar la productividad,  ingresando más de quien más tiene (ricos y empresas) y poniendo al sector público al frente de reanimar la economía, con una política decidida de formación e incentivos al empleo. Sólo así, consumiendo e invirtiendo más, podremos crecer más y crear suficiente empleo, el primer problema de los españoles. Si Europa y Rajoy no cambian, 2014 será otro año de crisis. Y los que nos quedan (hasta 2018, según el FMI).

jueves, 26 de diciembre de 2013

Las trampas de Montoro para bajar el déficit


Gobierno y autonomías llevan todo el mes “cocinando” las cuentas de 2013, retrasando facturas y acelerando cobros. Todo por bajar el sacrosanto déficit público. Para conseguirlo, Montoro ha vuelto a hacer trampas (como en 2012), por partida doble: cerrando la caja para reconocer facturas el 4 de noviembre y retrasando pagos a laboratorios o no asumiendo la deuda eléctrica, decisión que nos tocará pagar a los consumidores (300 millones/año en los próximos 15 años). Y todo para que España supere el objetivo de déficit en 2013, como pasó los dos años anteriores. Además, Bruselas no se cree las cuentas de los próximos años y pide a España un ajuste extra de 35.000 millones entre 2014 y 2016. Más recortes y más impuestos que harán peligrar la recuperación. Basta ya de obsesionarse con un déficit que no se cumple, ni con trampas. Hay que centrarse en crecer y crear empleo. Es lo que urge.
 
enrique ortega

La prioridad de los fundamentalistas de Bruselas (desde 2010) y del Gobierno Rajoy es recortar el déficit público, aún a costa de meter a Europa en una segunda recesión, con más paro. Y para lograrlo, Montoro no ha dudado este año en hacer las trampas que haga falta. Primero, echando mano del BOE para aprobar una Orden Ministerial que fijó el 4 de noviembre como fecha tope para enviar facturas para aprobar a la Intervención General del Estado. Hasta que llegó Montoro, Hacienda cerraba la admisión de facturas a mediados de diciembre, pero el nuevo ministro adelantó la fecha a octubre en 2012, con lo que traspasó 2.806 millones de gasto a 2013. Ahora ha vuelto a hacerlo, cerrando la Caja en noviembre, aunque desde octubre ya ha dado instrucciones de ralentizar pagos no esenciales.

Pero las trampas de Montoro no acaban ahí. Como las cuentas públicas se han desmadrado este año por la crisis (-9.700 millones menos de ingresos entre recaudación y cotizaciones  y +23.271 millones más de gastos, en pensiones, desempleo, pago a proveedores, Plan empleo Canarias y Plan PIVE IV), Montoro ha tenido que frenar gastos de última hora, con dos medidas excepcionales: aplazar a 2014 el pago de 7.000 millones de deuda sanitaria (laboratorios y empresas sanitarias) y no pagar la deuda eléctrica (3.600 millones del déficit de tarifa de 2013), como el ministro de Industria había prometido. Una medida, para reducir el déficit, que pagaremos los consumidores en el recibo de la luz los próximos 15 años: 300 millones al año para pagar la deuda y los intereses que no asume Montoro. Empezando en enero 2014: un 2% de lo que suba la luz será para pagar la nueva deuda eléctrica.

Las trampas de Montoro para maquillar el déficit no son nuevas. Ya las hizo, por partida doble, en 2012. Por un lado, inflando hasta en tres ocasiones el déficit 2011 heredado de Zapatero: primero lo fijó en el 8,51% del PIB (febrero 2012), luego subió a 8,9% (mayo) y finalmente lo dejó en 9,66% (septiembre), imputando a ese ejercicio gastos de 2012, lo que estuvo a punto de costarle una multa de Bruselas, según Reuters. Por otro, en las cuentas de 2012, retrasó las devoluciones a los contribuyentes (IRPF, IVA, Sociedades) para pagarlas en 2013 (2.435 millones), con lo que presentó en febrero un déficit  del 6,74% que Bruselas no le aceptó y subió en marzo al 6,98%. Y luego se sacó de la manga un superávit “no previsto” de los Ayuntamientos, para rebajarlo en septiembre al 6,84%.


Eurostat, la agencia estadística comunitaria, mosqueada con los maquillajes del Gobierno, envió a sus inspectores a Madrid, dos veces en 2012 y otra en septiembre de 2013, para acabar certificando la cuarta y definitiva cifra del déficit 2012: 6,9% del PIB y 10,6% con ayudas a la banca, el mayor déficit público de toda Europa (3,9% de media UE-28 y 9% el otro país con más déficit, Grecia).

Volviendo a 2013, Montoro tiene difícil cumplir con el 6,5% de déficit prometido, a pesar de sus maniobras. Hasta finales de septiembre, el déficit público era del 4,8%, similar al 4,7% de 2012 (que acabó en 6,9%). Y en este cuarto trimestre, hay menos factores favorables que el año pasado: ha habido más gastos (entre ellos, 5.400 millones de la extra a funcionarios que no pagaron el año pasado) y menos ingresos extras, al no pesar tanto ni la subida del IVA (septiembre 2012) ni la amnistía fiscal 2012 (1.200 millones de ingresos) y subir la recaudación sólo un 0,8% hasta octubre. Y el déficit de las autonomías está en el 1%, como el año pasado, que terminó en el 1,8% (el objetivo es cerrar en el 1,3%). De hecho, Hacienda ha exigido en noviembre a Murcia, Comunidad Valenciana, Cataluña y Andalucía que dejaran de autorizar gastos, porque se habían desviado gravemente en sus cuentas (Cataluña ya ha reconocido que no cumplirá con su déficit 2013). Y la Seguridad Social cerrará también con más déficit (+0,4% desviación), aunque el Gobierno confía en que los Ayuntamientos les den un colchón con su superávit (+0,6%).

Con todo ello, el déficit público 2013 podría acabar (a pesar de las trampas) entre 0,3% y 0,4% más de lo previsto, sobre el 6,85% del PIB. Y hay expertos, como Fedea, que apuestan porque supere el 7%, peor que el de 2012. Incluso el Banco de España, el FMI y la Comisión Europea no creen que el Gobierno cumpla este año su objetivo de déficit, que ha tenido un alto coste en recesión (la economía caerá un -1,4%) y en empleo (lo han perdido 133.900 españoles hasta septiembre, más los que lo pierdan en este cuarto trimestre). Es la factura de la austeridad.

El incumplimiento del déficit no acaba en 2013. El FMI cree que España cumplirá el objetivo de déficit de 2014 (5,8% PIB), pero que lo incumplirá entre 2015 y 2017 y que no  lo dejará por debajo del 3% hasta 2018 (en lugar de en 2016, como exige Bruselas). Peor es la previsión de la Comisión Europea: no se cree que España cumplirá con el déficit los próximos tres años. Es más, el 15 de noviembre ha exigido a España que haga un ajuste extra en las cuentas públicas de 35.000 millones de euros entre 2014 (-2.500), 2015 (-20.000) y 2016 (-12.500). Más ingresos (más impuestos) y menos gastos (más recortes).

Una exigencia que choca con la pretensión del  Gobierno Rajoy de bajar impuestos en 2014, para que entren en vigor en 2015, año de elecciones locales y autonómicas. “Hay margen”, ha replicado el ministro de Guindos a Bruselas. Pero no es verdad. España tiene un problema de fondo: tenemos más déficit que Europa no porque gastemos más (el gasto en educación, sanidad o servicios sociales es menor y en pensiones hay países que gastan más, no en desempleo) sino porque ingresamos mucho menos: la recaudación supone el 37,1% de la riqueza (PIB), mientras en Europa (zona euro) supone el 46,3%. O sea que, globalmente, pagamos menos impuestos, aunque los trabajadores pagan más y las empresas y ricos menos. Por eso, reducir el déficit (incluso menos de lo que pide Bruselas) exige recaudar más. El Gobierno Rajoy está pensando en bajar el IRPF (lo que más se nota) y subirnos el IVA (quitando tipo superreducido a muchos productos), impuestos verdes, sobre depósitos y tasas.

Pero si quiere bajar el déficit lo prometido a Bruselas, sobre todo en 2015 (al -4,2%) y 2016 (al -2,8%), los años con objetivos más duros, el Gobierno Rajoy tendrá no sólo que subir impuestos sino también recortar más gastos, en personal público, educación, sanidad, servicios sociales, pensiones y seguro de paro (la última petición de algunos “expertos”). Y eso, además de ser difícil, pondrá en peligro la incipiente recuperación: los recortes de 2010 y 2011 nos llevaron a la segunda recesión y estos recortes futuros (con o sin los extras que exige ahora Bruselas ) nos dificultarán salir de ella.

Todo por el déficit público y encima no se cumple, en 2011, en 2012 y casi seguro en 2013 a pesar de las trampas de Montoro. Es el sacrosanto objetivo, que hunde la economía y el empleo, y encima no se cumple. Porque los recortes reducen el consumo y las ventas, hunden el crecimiento, cae la recaudación y no se recorta el déficit. Y hay que hacer más recortes que vuelven a hundir el crecimiento, la recaudación y el déficit. Es el círculo vicioso de la austeridad. Bruselas y Rajoy quieren que sigamos por este camino tres años más, incluso con ajustes extras. No aprenden. Y nosotros sufrimos sus errores.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidades grises (y negras para muchos)


Los mismos que repiten cada día que hay síntomas claros de recuperación, aprovechan estas Navidades para reiterar que los españoles se están animando a gastar para estas fiestas. Se espera que el consumo navideño crezca un 1,8 % (gracias a la extra de los empleados públicos), un gasto mínimo sobre las Navidades de 2012, las peores de las dos últimas décadas. Y hay muchos españoles que gastarán lo mismo o menos, porque les han bajado los salarios, han perdido el empleo (134.000 este año) o se les ha acabado el paro (3,2 millones de parados EPA no cobran nada). Si la crisis ha agravado las diferencias entre los españoles, también hay dos Navidades: las grises de los que tienen trabajo o pensión y las negras de los que sobreviven como pueden, gracias a la familia, ONGs y recortadas ayudas públicas. No les olvidemos estos días y ayudémosles si podemos. ¡Feliz Navidad ¡
 
enrique ortega

En toda Europa apuestan por unas Navidades menos tristes, con más consumo que las de 2012, las peores de la crisis. Se estima un aumento medio del gasto del 2,7%, según un estudio de Deloitte, que revela una caída del gasto navideño sólo en tres países: Grecia(-10%), Irlanda (-3%) y Holanda (-3%). Los mayores consumos se darán en Ucrania (+19%) y Rusia (16%), seguidos de Alemania (+9%), Portugal (+5,1%) o Suiza (+5%) y, más lejos, por Francia (+1,6%) e Italia (+0,7%). España se sitúa en la parte baja, con un aumento del gasto del 1,7%, que supone casi gastar lo mismo descontando la inflación.

Es revelador que los europeos que gastarán más esta Navidad dicen que lo hacen no porque tengan más ingresos (sólo el 21%) sino porque quieren olvidarse de la crisis y disfrutar por unos días (el 40%). Y los que van a gastar menos lo justifican porque sus ingresos han caído (lo argumentan el 59%) y porque la crisis va a continuar (48%) o porque tienen miedo a perder su empleo (18%) o porque tienen que pagar deudas (12%). Tienen miedo al futuro.

En España, el gasto extra  por familia esta Navidad será de 671 euros (+1,8%), según el estudio de Deloitte, una cifra que los consumidores de CECU sitúan entre 500 y 700 euros (+2/3%, aunque un 40% de las familias gastarán lo mismo). El primer capítulo de gasto son los regalos (264 euros): la generalización del “amigo invisible” lleva a menos regalos de algo más valor (no más de 30 euros) y a menos juguetes de más calidad. El segundo capítulo son las comidas navideñas, con 212 euros, donde España gasta más (31,6%) que los europeos (27%) y donde este año dominan las compras anticipadas y los congelados. En el tercer capítulo, los viajes, gastamos 104 euros, menos que los europeos (15,5% frente al 24%), aunque este año aumentan las escapadas low cost a Europa de los que tienen empleo. Y en ocio y espectáculos gastamos 91 euros, una partida que se restringe cada Navidad.

El comercio tiene esperanzas en estas Navidades y confía en vender entre un 3 y un 5% más, para lo que han contratado a 12.000 trabajadores temporales para esta campaña. Todo apunta a que habrá más ventas que las Navidades 2012, las peores de los últimos 20 años, pero apenas hay motivos para que el consumo se relance. De hecho sólo hay dos. Uno, que 2,7 millones de empleados públicos vuelven a cobrar este mes la extra de Navidad, unos 5.400 millones que irán a “tapar agujeros” y a gastar algo más. El otro, los 11.563 millones que Hacienda ha prestado a autonomías y Ayuntamientos para que paguen a proveedores, un dinero que irá en su mayoría a tapar agujeros de pymes y autónomos, no al consumo.

Sin embargo, hay otros factores muy poderosos para desalentar el gasto estas Navidades. El primero, que hay 133.900 españoles que han perdido su trabajo en 2013 (a falta de saber los empleos perdidos en el cuarto trimestre) y no están para celebraciones. El segundo, que hay 200.000 parados que han dejado de cobrar el paro este año y que los que cobran el subsidio (2.625.700 a octubre, sólo el 45% de los parados EPA) reciben 35,40 euros menos al mes (828,9 euros de media). El tercero, que los salarios han bajado este año (-1,3%) y hay 7,5 millones de mileuristas, mientras muchas familias  tienen menos ingresos también por horas extras y otros complementos. Y cuarto, que salarios y pensiones han perdido poder adquisitivo, aunque el IPC esté moderado, porque les han subido una serie de gastos que son claves en su economía: luz, gas, agua, carburantes, educación (tasas), medicinas (copago), alimentos… Y también los impuestos, desde el IVA a las tasas y el IBI.

Con menos empleo, menos sueldos, menos subsidios y subidas varias, muchas familias tienen difícil gastar estas Navidades, digan lo que digan los voceros de la recuperación. Es más, hay dos Navidades, como hay dos Españas: la de aquellos que tienen un ingreso más o menos asegurado (trabajo o pensión) y las de los que no tienen casi nada y tratan de sobrevivir. Los primeros gastan con moderación, porque tienen miedo al futuro, a perder su trabajo o a que le recorten su pensión. Y el resto, gastan lo mínimo, porque se les acaba el  paro, el colchón de los ahorros, la ayuda de su familia o de ONGs. Y no ven salida.

Las Navidades deberían hacernos recordar más que nunca a esa España pobre que lo está pasando mal, esos 10 millones de españoles que están en el umbral de la pobreza según el INE (13,1 millones según Eurostat), con unos ingresos menores de 14.784 euros al año (matrimonio con dos hijos). Pero sobre todo, a esos 3.279.000 parados que no reciben subsidio de paro (55% parados EPA)  y que en su mayoría llevan más de 2 años sin trabajo (2.176.000). De ahí sale esa bolsa de 3 millones de españoles en pobreza severa que denuncia Cáritas. De hecho, los servicios sociales de los Ayuntamientos están desbordados de peticiones de ayuda por parte de 7 millones de españoles: pago de luz y alquileres, hipoteca, comida, ropa, trabajo… Y sin embargo, el Gobierno va a desmantelar estos servicios con la aprobada reforma municipal. Y sigue recortando las ayudas públicas y la financiación a ONGs, que atienden a más de 5 millones de españoles necesitados, sobre todo en Navidad.

El problema de esta crisis es que dura ya cinco años largos y todavía puede durar dos o tres años más, con bajos salarios y escasa creación de empleo, que no llegará además a la mitad de los parados actuales (por edad y falta de formación), que se harán “crónicos”. Y hay muchas familias que ya no dan más de sí, que no ven perspectivas. Por eso es urgente poner en marcha un Plan contra la pobreza (sobre todo infantil), que lleva años pidiendo Bruselas y que el Gobierno Rajoy ha sustituido por un tímido Plan de inclusión social , aprobado a mediados de diciembre con medidas contra la pobreza que ya existen (sólo hay 17 millones nuevos). No podemos ser el país europeo donde más ha crecido la pobreza y a la vez el país con más desigualdad entre ricos y pobres (lean este riguroso y preocupante informe sobre el Estado Social de España). Es algo que chirría y más en Navidad, donde se refleja con claridad que hay dos Españas y dos Navidades, una de ellas cada vez más dura y problemática.

El consumo de la Navidad si crece (poco) será un espejismo, en un país estancado, con muchas familias que lo están pasando mal y que no ven claro el futuro, ni de su empleo ni de sus ingresos. De hecho, la mayoría de los españoles ven que 2014 será igual (39,5%) o peor (29,5%), según el último Barómetro del CIS. Hay que dar confianza a los españoles, con otra política económica, centrada en el crecimiento, el empleo y las ayudas a los más pobres. Y apostar por la solidaridad entre españoles, no sólo en Navidad.

Mientras, disfruten lo que puedan y ayuden a los que no pueden. ¡Feliz Navidad ¡

jueves, 19 de diciembre de 2013

Menos puentes festivos y más horas de trabajo


En unos días, 2014 nos trae un calendario laboral con una fiesta más que este año pero con menos puentes y más cortos. España tiene 14 festivos, los mismos que la mayoría de Europa, pero trabajamos 232 horas más al año. Y en 2013, con la crisis y la reforma laboral, la jornada de trabajo ha aumentado hasta una hora semanal más, muchas veces con menos sueldo. Algo preocupante en un país con el doble de paro que Europa y donde aumenta la jornada laboral desde 2008, lo que ha impedido salvar más de medio millón de empleos de la crisis. Ahora, se debería reducir la jornada y repartir el poco trabajo que hay, con un horario europeo, de 9 a 17 horas. El Congreso ha pedido al Gobierno, por unanimidad, que cambie horarios, para estar antes con la familia. Calentar más tiempo la silla no es más productivo. Es menos.
enrique ortega

El calendario laboral de 2014 viene con una fiesta más (porque en 2013 la Inmaculada ha caído en domingo) pero con menos puentes y más cortos, ya que sólo hay tres fiestas nacionales entre semana (una, el “macropuente” de mayo). Habrá 9 festivos nacionales en toda España: 1 enero(miércoles), 6 enero Reyes(lunes), 18 abril (Viernes santo), 1 mayo (jueves), 15 agosto (viernes), 1 noviembre (sábado), 6 diciembre (sábado), 8 diciembre (lunes) y 25 diciembre (jueves). A ello hay que sumar 3 fiestas  autonómicas (la de cada autonomía y dos festivos nacionales más o sustituibles, como el lunes 13 de octubre) y 2 fiestas locales.

Un calendario laboral de crisis, con menos puentes y pérdida de horas de trabajo, por  lo que el Gobierno no ha tenido que poner en marcha (tampoco en 2013) la reforma que pactó en 2012 con sindicatos, patronal y la Iglesia, acordando que podía cambiar tres festivos para reducir los macropuentes: 15 de agosto (caerá en viernes), 1 de noviembre y 6 de diciembre (caen en sábado en 2014). Y tampoco tendrá que hacerlo hasta 2018, al menos.

España, con 9 fiestas nacionales, es junto a Gran Bretaña el país con menos festivos de Europa, pero si añadimos las 5 fiestas autonómicas y locales, queda en línea con la mayoría de países europeos, que tienen entre 10 y 15 festivos. Sin embargo, los españoles trabajamos más horas que la mayoría de europeos: 1.686 horas en 2012, 112 horas más que la media de 17 países de la eurozona (1.574 horas), según Eurostat. Y con datos de la OCDE (2012), España trabajaba (1.686 horas) menos que la media de sus 35 países (1.765 horas) pero más horas que la mayoría de países europeos, salvo Grecia (2.034 horas), Italia (1.752 horas), Portugal (1.691) y la mayoría de Europa del Este. Así, trabajamos 289 horas más al año que los alemanes (1.397), 193 más que los franceses (1.479) y 32 horas más que los británicos (1.654 horas al año).

Con la crisis y sobre todo, tras la reforma laboral del Gobierno Rajoy (febrero 2012), esta jornada laboral ha aumentado, por presión de las empresas y la Administración. En 2013, muchos convenios han forzado aumentos de jornada, como el de grandes almacenes (+28 horas semanales) o Metro de Madrid (+58 horas), incluso con menos sueldo. Y la propia Administración central  ha aumentado su jornada en 2013 (a 37,5 horas semanales y reducción de 6 a 3 “moscosos”), como la mayoría de autonomías y Ayuntamientos.  

Resultado: un sensible aumento de la jornada laboral en 2013, sobre todo por haberse reducido el absentismo, las horas perdidas (de 4,2 horas semanales en 2012 a 3,4 en 2013). En consecuencia, la jornada efectiva ha pasado de 30,6 horas (2º trimestre 2012) a 31,2 horas (2º trimestre 2013). Y la jornada sube más para los que trabajan a tiempo completo: de hacer 34 horas a la semana a 35 horas en 2013, según el INE. Y los contratados  a tiempo parcial, también trabajan más: de hacer 17,7 horas han pasado a hacer 18,3 horas semanales. Aquí, la mayoría querría trabajar más horas, ya que ganan la mitad que a tiempo completo. Y es que el 61% de los que trabajan a tiempo parcial lo hacen “de forma involuntaria”, porque no tienen otro trabajo (en Europa son el 28%).

No sólo trabajamos más horas, sino que también trabajamos más horas extras gratis. Mientras han bajado las horas extras pagadas al nivel más bajo de la última década (menos de media hora al mes), las horas extras gratis fueron 2.630.000 en el cuarto trimestre 2012, 12 minutos a la semana por trabajador. Con ello, las empresas se ahorran pagar 40 millones de euros y dejan de contratar a 65.750 personas.

Precisamente, lo más grave de que España tenga más horas de trabajo que la mayoría de Europa es que esa mayor jornada impide crear nuevos empleos. Ya lo ha hecho durante la crisis. Entre 2008 y 2012, la jornada laboral sólo creció en España (+1,4%), Grecia (+4,3%) y Chipre (+0,6%), mientras bajaba un 1,6% en Europa (-2,8% en Italia, -2,1% en Irlanda o -1,7% en Alemania). Si nuestra jornada laboral se hubiera reducido como la europea, se habrían podido salvar 540.000 empleos, uno de cada 5 puestos de trabajo perdidos en la crisis, según un estudio de la Junta de Andalucía. Y si además tuviéramos la misma jornada laboral que la media de Europa, se podrían haber creado 720.000 empleos. En total, 1,26 millones de puestos de trabajo perdidos por trabajar más horas que Europa.

La crisis ha provocado no sólo que las empresas aumenten la jornada laboral (mientras pagan un 16,6% menos de salario que en Europa, 1.639 euros frente a 1.936) sino que los trabajadores, de motu propio, se queden más horas en la empresa, calentando la silla. Es el presentismo: un 85% de trabajadores reconocían que alargaban su jornada en 2012, frente al 45% que lo hacían en 2010, según un estudio de Randstad. La mayoría son jóvenes con pocos estudios y lo hacen por miedo a perder el empleo (65%) o por falta de personal (24%). El presentismo, además de no mejorar la productividad, tiene sus riesgos: más estrés laboral, más riesgo de accidentes y, sobre todo, quita empleo.

Trabajar más horas no aumenta productividad, como está superdemostrado: los españoles trabajamos 232 horas más al año que los europeos y producimos la mitad, según un estudio del IESE y Adecco. Y uno de los países más productivos es Bélgica, donde se trabaja 112 horas menos al año que en España. Además de trabajar más horas, en España el horario laboral es “de locos: se entra a trabajar más tarde que en Europa (a las 9 en vez de a las 8) y se sale dos o tres horas más tarde (entre las 18 y las 20 horas, no a las 17), tras el cafelito mañanero y hora y media para comer (30 minutos en Europa).

Racionalizar los horarios, buscando una jornada de 9 a 17 horas (y media hora para comer) mejoraría la productividad de las empresas un 20%, según un estudio hecho entre empresas del IBEX por la Comisión para la racionalización de horarios (ARHOE), que cita otras ventajas de trabajar con horarios europeos: mejor clima laboral, menos estrés y absentismo, ahorro de energía, mejora conciliación laboral y familiar, más atención a los hijos y menos abandono escolar.

Por todo ello, la Comisión de Igualdad del Congreso aprobó  en septiembre por unanimidad  instar al Gobierno para que apruebe una Ley de conciliación laboral y racionalización de horarios, con un permiso de paternidad obligatorio de mes y medio (hoy 15 días) y un horario laboral recomendado de 9 a 17 horas, incluyendo adelantar una hora el horario peninsular (al de Canarias, Portugal y Gran Bretaña) y el horario prime time de las televisiones (de las 22-1 madrugada actuales a las 21-23 horas), para facilitarlo. Pero no parece que las empresas, agobiadas por la crisis, estén por el horario europeo…

Sin embargo, trabajar más horas que Europa cuando tenemos el doble de paro es una grave irresponsabilidad que, además, no mejora la productividad, porque eso depende más de otras variables: organización del trabajo, integración en la empresa, formación, producto, calidad e innovación, costes, logística… El Gobierno y las empresas no se deben obsesionar porque haya menos fiestas y más horas de trabajo, sino por repartir el trabajo disponible y que los que trabajen, lo hagan menos horas pero con más eficacia. Al tajo.