lunes, 23 de abril de 2018

Para Defensa sí hay Presupuesto


En los Presupuestos para 2018, ahora en el Congreso, el gasto en Defensa es la 2ª partida que más crece (+10,7%). Luego será realmente más, porque todos los años se acaba gastando más de lo presupuestado: 22.000 millones extras en los últimos 15 años (1.350 millones más sólo en 2017). Y el Gobierno Rajoy se ha comprometido con la OTAN a gastar 18.000 millones en Defensa en 2024, un 80% más que hoy, tras aprobar nuevos programas de armamento. Y todo ello en un mundo y una Europa que se están rearmando, que gastan más en Defensa con la excusa de “militarizar” la lucha contra el terrorismo, la inmigración ilegal y los ciberataques. La seguridad no debería suponer rearmarse sino invertir en inteligencia, policía y vigilancia, bajo un estricto control civil. Y en Defensa, España debería reformar sus Fuerzas Armadas, recortando efectivos y especializándolos, dentro de una mayor coordinación europea. Una Defensa  más barata y con costes transparentes. Otro debate que no se hace.

enrique ortega

El gasto en Defensa siempre ha tenido “mala imagen y los Gobiernos democráticos han tendido a “camuflarlo”, con distintos “trucos contables”: créditos extraordinarios al margen de los Presupuestos, partidas de gasto en organismos autónomos, gastos en misiones internacionales que se computan después… El resultado es que una cosa son los Presupuestos de Defensa que se aprueban cada año y otra los Presupuestos realmente ejecutados: los “gastos extras” en Defensa han sido de 21.973 millones de euros entre 2002 y 2017 (la mitad, 11.709 millones, con Rajoy), según las estadísticas anuales de ejecución presupuestaria de la Intervención General (Hacienda). Una media del 15% de desviación, el equivalente a dos años y medio de Presupuesto de Defensa.

Un acicate a este “encubrimiento” de gastos (mayor en los años de recortes) fue la aprobación por el Gobierno Aznar, en 1997, de un ambicioso Plan para modernizar las Fuerzas Armadas, los PEAS (Programas Especiales de Armamento), que comprometieron un gasto de 30.075 millones en la compra de 19 sistemas de armamento: fragatas, buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques, misiles y artillería. Para pagarlo, se inventó un “truco contable”: Industria daba un crédito público sin interés de 14.000 millones de euros a las empresas de armamento, para que fueran fabricando el material y luego Defensa les pagaría el armamento a partir de 2011, cuando lo fueran recibiendo.


Pero llegó la crisis y el Gobierno Zapatero no hizo frente a las primeras facturas, con la excusa de recortar el déficit. Y al llegar Rajoy, se encontró con esta “herencia” de Aznar (ver aquí otras) y aprobó, en 2012, el primer crédito extraordinario para afrontar las deudas de 2010 a 2012. Y en 2013, el ministro Morenés (que venía de la industria de Defensa) renegoció los pagos de los PEAS, aprobando en agosto de 2013 un nuevo calendario: se ampliaba el plazo de pago (de 2025 hasta 2030) y a cambio se les pagaba algo más (+2.500 millones) por menos material, con plazos anuales crecientes.

Esto ha sido una hipoteca desde 2012: cada año se aprobaba un Presupuesto de Defensa y luego en verano se aprobaba un crédito extraordinario para cubrir los pagos de armamento: 1.783 millones en 2012, 877 en 2013, 884 en 2014 y 856 en 2015. En 2016 ya no hay crédito extraordinario porque lo prohíbe una sentencia del Tribunal Constitucional (7 julio 2016), al que habían recurrido en 2014 los partidos UPyD, PSOE, IU y CiU. Pero el armamento comprado por Aznar hay que pagarlo y en el Presupuesto 2017 se incluye una partida extra (1.850 millones) para pagar los compromisos de 2016 y 2017, con lo que el Presupuesto de Defensa sube un 36% (hasta 7.639 millones). Pero al final, incluso con esta partida extra, el gasto real en Defensa ha sido mayor en 2017: se ha desviado 1.349 millones más, hasta los 8.988 millones, según los recientes datos de la Intervención general (Hacienda).

Así que los Presupuestos de Defensa siempre “engordan”. Y lo mismo pasará en 2018, donde es el 2º Ministerio en el que más crece el gasto, tras Fomento, hasta los 8.453 millones, un 10,7% más que el Presupuesto (inicial) de 2017. Pero ahí, en esa cifra, faltan gastos, como las misiones internacionales, que no se presupuestan cada año (debería hacerse, según el Tribunal de Cuentas, porque están previstas) y que cuestan casi 1.000 millones anuales. Tampoco figuran gastos que hacen organismos autónomos y otros están previstos a la baja, con lo que se espera que el gasto real en Defensa ronde los 10.500 millones de euros en 2018 (+16% sobre lo ejecutado en 2017), no los 8.453 millones presupuestados.

Mientras el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas piden que el gasto en Defensa sea más transparente, son muchos los que se agarran a que España “gasta poco en Defensa”. No tan poco. En 2016, el gasto en Defensa supuso el 1,0% del PIB, según los recientes datos de Eurostat, por debajo del 1,3% que gastó la UE-28. Pero hay 10 países europeos que gastan menos en Defensa que España: Irlanda (0,3%), Luxemburgo (0,4%), Malta y Austria (0,6%), Hungría y República Checa (0,7%), Bélgica (0,8%), Eslovenia, Rumanía y Portugal (0,9% del PIB). Alemania y Eslovaquia gastan lo mismo (1% PIB) y los 15 países restantes gastan más, sobre todo Grecia (2,1%), Reino Unido (2% del PIB), Francia (1,8%), Polonia (1,6%) e Italia (1,3%). O sea, que gastamos menos en Defensa que los grandes.

Claro que hay expertos que señalan que el gasto real en Defensa en España es el cuádruple del que se dice.  Un detallado estudio de los gastos en Defensa en 2017, elaborado por el colectivo Utopía Contagiosa, eleva el gasto en Defensa de los 7.639 millones presupuestados a 34.068 millones, tras añadir una serie de partidas “ocultas” en otros Ministerios y epígrafes: 3.549 millones en clases pasivas (pensiones de militares), 1.702 millones en organismos autónomos militares (INVIED, ISFAS, INTA), gastos del Ministerio del Interior (2.707 millones) y, sobre todo deuda militar (16.386 millones más). De ser así y computarse como Defensa un gasto anual de 34.068 millones, estaríamos hablando de un gasto en Defensa del 2,92% del PIB, superior con mucho al del resto de Europa.

Mientras esperamos que “alguien” exija aclarar cuánto gastamos de verdad en Defensa, el presidente Rajoy ya se ha comprometido a gastar más: en diciembre de 2017 envió una carta al secretario general de la OTAN donde se comprometía a gastar 18.000 millones de euros en Defensa en 2014, un 80% más que ahora. Un compromiso que obligará  a que el gasto de Defensa crezca más que los demás Ministerios en los próximos años, mientras Rajoy se ha comprometido con Bruselas a recortar el peso del gasto en educación, sanidad y gastos sociales, donde España sí gasta realmente menos que Europa, no sólo en Defensa, según Eurostat. Así, en educación, España gasta el 4% (el 2º país de los 28 que menos gasta), frente al 4,7% de media en la UE-28 y el 5,4% de Francia. En sanidad, gastamos el 6% del PIB (el país UE que menos gasta), frente al 7,1% de media UE-28 y el 8,1% de Francia. Y en protección social, España gasta el 16,8% del PIB, frente al 19,1% de la UE-28 y el 24,4% de Francia. Así que vale, gastamos algo menos en Defensa, pero mucho menos en educación, sanidad y gastos sociales y Rajoy no se compromete a gastar un 80% más, como en Defensa, sino porcentualmente menos, de aquí a 2024.

El Gobierno Rajoy se suma así a la ola de “rearme militar” que recorre el mundo y Europa. Este año 2018, el gasto militar mundial será el más elevado desde el final de la guerra fría (1990), con  más de los 1,69 billones de dólares de gasto de 2016 (1,38 billones de euros), según Jane´s Defence Budgets, destacando EEUU (611.000 millones dólares), China (215.000), Rusia (69.200), Arabia Saudí (63.700) e India (55.900 millones dólares). El gasto militar crece en todo el mundo (ver mapa), pero sobre todo en Oriente Medio, norte de África y Europa oriental, según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

Y también crecerá en Europa, que el 13 de noviembre de 2017 aprobó, con el apoyo de 25 países (todos menos Reino Unido, Dinamarca y Malta) la Europa de la Defensa, aunque bajo un nombre que “lo esconde”: la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), una iniciativa paralela a la OTAN por la que los 25 países europeos firmantes se comprometen a aumentar su gasto en armamento, en línea con el 2% del PIB que pide la OTAN. Además, van a poner en marcha programas europeos de armamento (para fomentar una industria europea de la Defensa), financiados en parte por un Fondo europeo para la Defensa, creado en junio de 2017, que contará con 5.000 millones anuales. Algo nuevo en la historia de la UE, donde nunca antes se había puesto dinero comunitario para financiar armamento. Es la respuesta europea a la sensación de inseguridad en Europa: “militarizar” la respuesta a los desafíos del terrorismo, la inmigración y la ciberseguridad.

En este contexto, de apoyo político europeo al gasto en Defensa, el gobierno Rajoy quiere conseguir fondos europeos para financiar nuevo armamento en España. Así, el Consejo de Ministros aprobó 7 nuevos programas de armamento, un gasto de 10.805 millones a 15 años, que ya empezamos a pagar en el Presupuesto 2018 y que España quiere “colar” en los programas de Defensa europeos. Son inversiones en 5 fragatas F-110, 350 a 400 blindados 8x8, 3 aviones cisterna, 4 drones, 3 nuevos helicópteros NH-90, modernización de los helicópteros de transporte CH-47 y un nuevo avión de entrenamiento, además de ver qué se hace con los submarinos S-80, una historia “increíble”: estaba previsto en los PEAS comprar 4 submarinos y que se entregaran en 2013, pero resultó que no flotaban (pesaban “demasiado”) y se retrasa su entrega a 2021, con un sobrecoste que hace que el dinero previsto (2.135 millones) sólo da para comprar 1 submarino, no 4… Otra “historia” que colea es la compra de 27 aviones A-400 M: ya no cumplen las características requeridas y España sólo quiere 13 de los 27 encargados. Y Airbus dice que o busca comprador para ellos o le pagan 250 millones de indemnización…

Rajoy y su ministra de Cospedal reiteran una y otra vez que España “cumplirá con su parte en la Defensa europea” y que además este gasto militar es bueno, porque crea empleo. Empezando por esto, hay que aclarar que los grandes contratos de Defensa se han hecho con multinacionales norteamericanas (tanques y munición para Santa Bárbara General Dynamics)  y europeas,  donde España apenas tiene participación, como el programa  Eurofighter (14% CASA) y el grupo Airbus (4% CASA). Sólo los submarinos S-80 (los que han “engordado) y las fragatas F-100 se fabrican 100% en España, en Navantia. Los expertos estiman que sólo 1 de cada 5 euros invertidos en armamento implican negocio y empleo en España, mientras Francia, Alemania o Reino Unido, con potentes industrias de armamento, se quedan “dentro” casi todos sus contratos de Defensa, según un informe de la Comisión Europea.

En cuanto a la Defensa europea, hay dos críticas que hacer. Una, que la situación actual es un desastre, como reconoció el anterior ministro alemán de Exteriores: “gastamos el 50% que EEUU en Defensa pero sólo tenemos un 50% de rendimiento porque todos hacemos lo mismo y no nos coordinamos”. Son 25 países comprando los mismos aviones, tanques o fragatas y cada uno defendiendo sus fronteras. El otro problema es más de fondo: ante la sensación de inseguridad entre muchos ciudadanos europeos, por el terrorismo yihadista, el aluvión de refugiados o los ciberataques propiciados por Rusia, muchos Gobiernos buscan “militarizar la solución”, poner al Ejército en la calle y en las fronteras, empujados por la industria militar y la ultraderecha. Un error, porque la solución habría que buscarla en reforzar la inteligencia civil y los medios de la policía, no en militarizar más los países europeos.

En paralelo a este debate europeo, en España debería haber otro debate interno sobre el futuro de la Defensa. Por un lado, urge imponer mayores dosis de transparencia, exigiendo unas cuentas claras y reales, donde sepamos cuánto nos gastamos en Defensa de verdad. Y por otro, un debate público sobre la Defensa que queremos tener. Hay al menos dos problemas a resolver. Uno el abultado tamaño de las Fuerzas Armadas, donde los gastos de personal se llevan el 60% del Presupuesto: hay 69.000 efectivos  y parece que sobran 20.000 (sobre todo entre los 45.000 mandos), además de resolver el tema de los militares “en la reserva” (15.000, que cobran 567 millones al año, 3.000 euros de media al mes, una larguísima “jubilación de lujo”). Y otro, la necesidad de un Ejército más operativo, basado menos en Tierra y más en Marina y Aire, con unidades más pequeñas y centradas en las nuevas amenazas (Ciberdefensa, seguridad líneas de suministros, catástrofes naturales…). Y por supuesto, dejar de presumir de ser uno de los países más presentes en costosas misiones internacionales: 17 misiones con 3.079 militares hoy, tras haber gastado más de 13.000 millones de euros en misiones desde 1990 (un dinero que es “un lujo” para un país que no puede subir las pensiones a sus jubilados).

Nadie quiere hablar de todo esto, pero el Gobierno Rajoy nos va a embarcar a todos en la nueva estrategia de Defensa europea, que habrá que pagar, mientras dicen que no hay dinero para pensiones ni para casi nada. Defensa sí, pero la justa que podamos pagar, sin presumir de potencia militar internacional cuando somos el país de Europa con más paro, más pobreza, más desigualdad y que menos gasta en educación, sanidad y protección social.  Una Defensa modesta y gastar más en policía y seguridad civil, para afrontar los temas de terrorismo y seguridad interior, que no deberíamos militarizar. A ver si algún día hay tiempo para este debate. Otro más sobre el modelo de país que queremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario