lunes, 16 de abril de 2018

El "suicidio demográfico" de España


Hay noticias claves que pasan desapercibidas. La penúltima: España tiene la natalidad más baja de Europa, 1,33 hijos por mujer, la mitad que en 1976 (2,76 hijos). Y lo peor es que la tendencia seguirá y en 2050 nacerán menos de 1.000 niños diarios. Como además somos el país más envejecido de Europa y un tercio largo de españoles tendrán más de 65 años a mediados de siglo, resulta que nos estamos “suicidando” como país: perdemos población y cada vez habrá menos jóvenes para trabajar, mantener la economía y pagar los impuestos y las pensiones. Y nadie hace nada. Porque mientras a muchos políticos se les llena la boca con “ayudar a las familias”, España es el segundo país de Europa que menos gasta en ayudas a las familias. Y la consecuencia es una natalidad por los suelos. Habría que tomar ejemplo de Francia, líder en nacimientos, que lleva medio siglo apoyando la natalidad como política de Estado, gobierne quien gobierne. Pero aquí estamos a otras cosas.

enrique ortega

Cada vez nacen menos niños en España. En 2017 habrá habido menos de 400.000 nacimientos, algo que no sucedía desde el quinquenio 1995-2000 (363.469-397.000 nacimientos) y que no se ha visto después ni antes (ver gráfico histórico de la natalidad), con más de 400.000 nacimientos en los duros años 40 de la post-guerra civil , cerca de 500.000 anuales en los años 50 y entre 600.000 y 700.000 niños nacidos durante los años del llamado “baby boom”, de 1960 a 1976. A falta de los datos del INE de todo el año, en la primera mitad de 2017 nacieron 187.703 niños en España, una media de 1.025 diarios, casi  la mitad de los nacidos en 1964, el año récord (697.697 nacimientos, 1.911 diarios). Y menos de la mitad de los 2.200 niños que nacen cada día en Francia (con 65,20 millones de habitantes).

Los nacimientos se han desplomado en España, sobre todo con la crisis (518.503 nacimientos en 2008), por una combinación de dos causas. La primera, que hay menos mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años), por la caída de la natalidad en los años 80 y 90: si en 2009 había 11,61 millones de mujeres que podían ser madres, en 2016 había un millón menos (10,61 millones). La segunda razón es que las mujeres españolas esperan cada vez más para ser madres, ocupadas en estudiar o hacerse una carrera profesional: si en 1976, las mujeres eran madres a los 28,5 años de media, en 1996 lo eran ya a los 30,2 años y en 2016 lo eran a los 32 años de media. Y claro, cuanto más tarde, más riesgo de que no tengan hijos.  Un dato llamativo: 1 de cada 4 españolas nacidas en 1975 no van a tener hijos nunca, según un estudio del Centre D’Estudis Demografics.


Al final, el resultado es la caída drástica de la tasa de natalidad en España: 1,33 niños por mujer en 2016, según el INE, una tasa que cae desde 2008 (1,44 niños por mujer) y desde principios del siglo (1,21 en 2000), tras haberse superado los 2 niños por mujer en 1.981 (2,03), 2,76 niños/mujer en 1.975  y haberse llegado a un récord de 2,90 niños por mujer en 1970 (y los 3,15 niños por mujer en 1900).

Con estos datos, España se coloca como el país con la tasa de natalidad más baja de Europa (2016), según los datos que acaba de publicar Eurostat (13 marzo): 1,33 niños por mujer, frente a 1,60 niños por mujer de media en la UE-28. Nos colocamos así en el pelotón de cola de la natalidad europea, junto a los países del sur, Italia (1,34 niños/mujer), Portugal (1,36), Chipre (1,39), Malta (1,37), Grecia (1,38) y Polonia (1,39). El ranking de natalidad europeo lo encabeza Francia (1,92 niños/mujer), Suecia (1,85), Irlanda (1,81), Reino Unido y Dinamarca (1,79). Y somos también el país donde las mujeres son madres más tarde (32 años, tras los 31 años de Italia) y el país donde nacen menos terceros hijos (sólo el 8,7% de los nacidos en 2016, frente al 12,2% en la UE) y menos cuartos (el 2,8% de los nacidos en 2016, mientras en Europa eran el 5,9% de los nacidos).

Si estos datos son preocupantes, lo es más que la natalidad en España va a seguir cayendo en el futuro, según las proyecciones de población hechas por el INE hasta 2065. La principal causa es que se agrava la caída del número de mujeres en edad fértil (15-49 años): habrá 1,8 millones menos en 2031 y 3,5 millones menos (-32,7%) en 2065. Y también subirá la edad a la que las mujeres españolas tienen hijos: de los 31,9 años actuales (2016) se mantendrá en 31,40 para 3031 y subirá a 33 años para 2065. El resultado es que la tasa de natalidad se mantendrá casi igual: 1,36 niños por mujer en 2031 y 1,38 niños en 2065, según el INE. Pero como habrá menos mujeres fértiles, los nacimientos caerán bruscamente: de menos de 400.000 nacimientos en 2017 a 366.402 nacimientos en 2020, 353.595 en 2030, 322.799 en 2050 y 294.003 nacimientos en 2065, menos de la mitad que un siglo antes.

Esto ya sería preocupante de por sí, pero se agrava porque España tiene otro récord demográfico: es el país con menos niños pero también el país con más viejos. España tenía en 2015 un 17,8% de población mayor de 65 años, la tasa de mayores más alta de Europa (9,8% de población mayor de 65 años) y la segunda más alta del mundo tras Corea del Sur (22,5% de mayores 65 años). Y si esto es ya un problema, lo será aún más en el futuro, porque España es uno de los países con mayor esperanza de vida (83,4 años en 2017, 3 años más que la media OCDE), que además crecerá año tras año (llegará a 88 años en 2065). Con ello, España será un país aún más envejecido en 2050: un 36,3% de españoles tendrán más de 65 años a mediados de siglo, frente al 28% de media en la OCDE (34 países desarrollados), el 30,7% en Alemania, el 26,7% en Francia o el 25,4% en Reino Unido, según la OCDE.

No hace falta ser economista para intuir que con este problema demográfico tenemos un grave problema económico: si hoy ya nos faltan jóvenes para trabajar, pagar impuestos y cotizar para pagar las pensiones, en 2050, con muchos menos niños y el doble de viejos (las pensiones pasarán de 9 a 15 millones), el problema será mucho más grave. Porque si en 2013 había 2 activos por 1 inactivo, en 2050 habrá un activo por cada inactivo: la mitad de la población trabajará, pagará impuestos y cotizará para sostener a la otra mitad, según acaba de advertir el FMI, que alerta de que la tasa de actividad de España caerá al 50% en 2050 si no se toman medidas de choque para que nazca y trabaje más gente en España y vengan 5 millones de inmigrantes.

Bueno, aquí estamos, en un país que lleva varias décadas de “suicidio demográfico, viendo caer sus nacimientos y envejecer su población,  y que va a perder 5,4 millones de habitantes para 2066 (seremos 41,068 millones), según las proyecciones del INE. Todos los políticos se llenan la boca de promesas en favor de la familia, las últimas con los Presupuestos 2018, que incluyen ayudas fiscales a las guarderías y la quinta semana de permiso de paternidad. Pero la realidad es que España está a la cola de Europa en ayudas públicas a la familia: somos el 2º país que menos gasta, un 0,7% del PIB (unos 7.800 millones), sólo por detrás de Grecia (0,6% del PIB) y menos de la mitad de gasto que la media europea (1,7% del PIB la UE-28), según Eurostat (2016). Y por supuesto, gastamos mucho menos en familia y natalidad que Dinamarca (4,5% del PIB), Finlandia (3,2%), Chipre (3,1%), Polonia (2,5%), Francia (2,4%), Alemania (1,7%), Italia (1,5%) y Reino Unido (1,4% del PIB).

Así que no nos extrañe: décadas sin ayudar a la familia y poco apoyo a las mujeres para que sean madres y trabajen a la vez nos ha dejado este “desastre demográfico”, que es una de las mayores hipotecas de nuestro futuro, junto a la baja educación y la poca tecnología. Urge tomar conciencia del problema y conseguir un Pacto por la natalidad, para tratar de revertir la situación en unas décadas. Ahí está el ejemplo de Francia, que ha tardado más de medio siglo en revertir el grave problema demográfico que heredó tras las II Guerra Mundial. Pero lo ha conseguido y es el país líder en natalidad, gracias a que es “una cuestión de Estado”, independiente del partido que Gobierne en cada legislatura.

Las medidas a tomar para impedir el “suicidio demográfico”  son variadas y nos las han mostrado otros países, en especial Francia. La primera, crear un Ministerio de la Familia, como existe en Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Luxemburgo o Rumanía, mientras en España es competencia de una subdirección general dentro de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. A partir de esta apuesta política, hay que empezar por subir las ayudas por hijo, que en España son más bajas que en la mayoría de Europa: 24,25 euros mes por cada uno de los cuatro primeros, frente a 133/357/542 euros en Francia, 184/184/190/215 en Alemania, 107/71/71/71 en Reino Unido o 22/34/50/65 euros en Italia. Tanto el Instituto de Política Familiar como Save the Children proponen pagar 100 euros mensuales por hijo y 150 euros para familias monoparentales y pobres.


Otra medida sería mejorar la oferta de guarderías subvencionadas (escasas y caras) y rebajar el IVA de los pañales y productos infantiles que tienen el 21% (se baja el IVA al cine y no a los pañales, que deberían pagar un IVA del 4%). Además, habría que aumentar los permisos de maternidad y sobre todo de paternidad, mejorar las ayudas al alquiler para las familias con hijos, mejorar las becas y fomentar unos horarios laborales que faciliten la natalidad. Y un trato fiscal más favorable a las familias con hijos.

Un elemento clave para fomentar la natalidad es facilitar el trabajo de las mujeres que son madres, para que tengan hijos antes y tengan más que esos 1,33 de media. Este objetivo exige profundos cambios en las empresas y en los convenios, así como en la mentalidad de los hombres, que deben aumentar su ayuda (escasa) en el cuidado de los niños. En Francia, se rebajan las cotizaciones a las madres trabajadoras y además el fomento de la natalidad está presente en todas las políticas públicas, desde los descuentos en servicios públicos a las ayudas al alquiler para parejas jóvenes con hijos. Y claro, nacen más niños.

Tenemos un grave problema de población y en vez de pensar en resolverlo con ayudas eficaces, dejamos que se agrave. Y en unas décadas, estaremos ante un auténtico “suicidio demográfico”: no tendremos niños y jóvenes para sostener la economía ni las pensiones. Y sólo quedarán los recortes y dejar entrar a 5 millones de inmigrantes (como augura el FMI), para compensar la caída de población. Todavía estamos a tiempo de tomar medidas, que son eficaces en varias décadas, como ha demostrado Francia. Pero hay que tomar conciencia de la gravedad del problema y poner medios suficientes. Y volcarse en ello todos, al margen de la política, porque la natalidad debería ser un problema de Estado. Pero me temo que estamos en otras cosas. Sigan con Cataluña y el máster de Cifuentes. No se preocupen por el futuro hasta que se nos caiga encima.

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